Archivo de la categoría: Primeras Jornadas Nel Guayaquil

Reseña de la Jornada de NEL Guayaquil

La primera Jornada de Nel Guayaquil “¿Que quiere una mujer? Los tratamientos de lo femenino. El Psicoanálisis y otros discursos”, desde su idea inicial fue causada por el primer testimonio del Pase de María Cristina Giraldo, un año atrás en la Jornada de la NEL en nuestra ciudad.  Lo femenino en el lugar de lo no mostrado, lo escondido, interpretado por Marié Hélene Brousse en aquella ocasión, originó nuestra demanda a María Cristina y se programó poniendo en el lugar central el nuevo testimonio “La forma femenina de lo oculto”, luminosa construcción dando cuenta de la opacidad como tratamiento  La opacidad luminosa que en la interlocución de Marcus Vieira se lee como un no uso de la mascarada histérica, sino más bien un hacer con el vacío donde se ubica lo femenino , que además dio paso al anudamiento a la posición de Analista, posición del analista y pase que hace a la política de la Escuela, en una enseñanza desde lo singular.  

 
Fue un privilegio haber acogido en nuestra sede esta enseñanza con unas articulaciones tan finas entre teoría y la experiencia llevada al punto de la demostración de lo que el psicoanálisis causa en la vida de alguien.  Clara María Holguín, presidenta de la NEL nos introdujo al tema de la Jornada desarrollando el primer seminario “El goce femenino.  Los conceptos de la clínica Lacaniana”, seguido por el seminario de Marcus André Vieira “Los tratamientos de lo femenino en el fin de análisis y el Pase”, magníficas elaboraciones que fueron situando el recorrido de un análisis desde la marca de goce del significante del Otro hasta hacer del goce 
sinthome, pasando por el atravesamiento del fantasma.  

   

 
Y como abrochamiento especial de nuestro trabajo de Escuela, la Conversación política en el STP, con la presencia de su presidenta y de los invitados Marcus Vieira y María Cristina Giraldo, los miembros de Guayaquil y de las distintas sedes, que nos llevó a interrogarnos sobre la construcción de la Escuela No toda, en la que el Pase descompleta con la lógica de lo singular, la Escuela como lugar para la transmisión de la escritura de la letra fuera de la cadena de sentido y sin embargo en un ejercicio dirigido al Otro, a ser escuchado por una comunidad, muchas veces conmovida, tocada, que lleva uno por uno a enlazar la propia división, las propias soluciones, la propia experiencia de análisis. 

La primera Jornada Tratamientos de lo femenino recorrió por cuatro ejes de elaboración del tema, que suscitaron transferencia de trabajo en nuestra comunidad, en una intensa etapa preparatoria, estudiando, elaborando la articulación del tema en presentaciones públicas en cuatro mesas:  Tanto en las políticas públicas e institucionales, con exposiciones destinadas a situar un lugar a lo femenino, a lo singular allí donde se lo desconoce.   O desatacando el lugar de lo femenino en el arte.  O en los casos y elaboraciones sobre la clínica, a partir de los padecimientos subjetivos frente al horror a la castración y las soluciones del síntoma.  Finalmente sobre lo femenino en el fin de análisis y el Pase. 

No quiero dejar de reconocer el 
affectio societatis que sostiene el lazo en la Escuela Una evidenciado en la generosa contribución del audio sobre los tratamientos de lo femenino que nos envió Leonardo Gorostiza, con el que dimos apertura a la Jornada.  Así como varias contribuciones de colegas de otras escuelas para el blog de nel Guayaquil en la etapa preparatoria: Jose Fernando Velásquez, María de Angeles Morana de la NEL, Gerardo Arenas, Graciella Lucci, Silvia Tendlarz, de la EOL, Leda Guiimaraes de la EBP y nuestros  propios miembros y asociados con sus ponencias en las mesas: Rodolfo Rojas, Mayra de Hanze, Juan de Althaus, Álvaro Rendón, Nora Medina, Adriana Pérez, Juan Pablo Bitar, Jessica Jara y Mauricio Orrala.

Dejo constancia de la mucha alegría por lo conseguido y el agradecimiento de nuestra sede por todos los que la hicieron posible.

Ana Ricaurte

Directora Nel Guayaquil 

Cuando lo “ Έτερος” constituye la fuente de una inspiración

Presentación al texto para I Jornada Nel-Guayaquil

Vamos a cerrar las publicaciones que contribuyeron a la preparación del tema ¿Qué quiere una mujer? Los tratamientos de lo femenino, tema de la Primera Jornada de Nel-Guayaquil, con la participación de nuestra querida colega María de los Ángeles Morana, de Nel-Cali, quien entusiasmada por la temática de la Jornada, nos envía una fina articulación epistémica, “Cuando un hombre puede prestarse de relevo para que una mujer consienta a convertirse en Otro para sí misma y para él” sin temor a contagiarse de la feminidad y quedar sometido a su influencia.

Lo hace a partir del intercambio  epistolar que mantuviera Juan Rulfo con su novia Clara Aparicio, ella después de 50 años, publica a modo de libro, “Aíres de las colinas” las 81 cartas recibidas por su novio Juan Rulfo.

Mayra de Hanze

Cuando lo “ Έτερος” constituye la fuente de una inspiración

Por: María de los Angeles Morana P.

Dice el Dr. Lacan en el Aún que el Otro representa “aquello con lo que la mujer está intrínsecamente relacionada”[1]. Años atrás en un congreso sobre la sexualidad femenina indicó que el hombre puede prestarse de relevo para que ella consienta a convertirse en Otro para sí misma y para él[2].  El relevo, del latín relevare, exonerar de un peso o poner algo de relieve y exaltarlo es la función que cumple un hombre cuando no teme “contagiarse” de la feminidad y quedar sometido a su influencia[3]. La alteridad femenina, vinculada a Otra cosa, le permite a él servirse de que ella sea no-toda para él. En palabras de Juan Rulfo, esa alteridad encarnada por Clara Aparicio le ayudó a  “defenderse contra la inclinación a batallar solo”[4] y le impulsó a introducir una perturbación en el intento vano de calcular la vida, ya que el alma no tolera muy bien la incertidumbre, como escribe el 21 de marzo de 1947: “… no debes dejarme en paz”, le dice, “Porque cuando siento que quiero estar en paz es cuando tengo la tendencia a dejar que el mundo camine por su cuenta y que pase todo sin importarme a mí nada”[5].

Rulfo, huérfano de sus padres tempranamente, es depositado por sus parientes en un orfelinato. En sus cartas a la amada, confiesa su gran temor al daño que procede del otro y su andar por la vida “solo y desamparado”; haciendo de la lectura su refugio pero también gozando de apartarse. Convoca pues a Clara a despertarle de la desidia y de la ensoñación para proveer los sueños del suelo de la hiancia, sobre la que zozobran los semblantes que pretenden sostener un Otro de la consistencia. En una carta anterior (fines de febrero del mismo año), describe su trabajo como capataz en una fábrica de neumáticos del Distrito Capital: “… en este mundo extraño el hombre es una máquina y la máquina está considerada como hombre” (…) “nunca había visto yo tanta miseria junta; tanta fuerza unida para acabar con el sentido humano del hombre”. Pero también allí exalta la compañía de ella en la distancia, sobre la que prosperan versos: “Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña.

Es una cosa que nos mira y se va.

Como se va la sangre de una herida.

Como se va la muerte de la vida”[6].

Releer algunas de sus cartas teñidas por la queja frente a las difíciles circunstancias de sus vidas, le lleva a pelear con su tristeza, a no abundar en ella, allí donde el secreto a voces de su inspiración encuentra un nombre: “Clara, rosa, claridad”. El escritor habla de una mujer “puesto que de más de una no se puede hablar”[7] y le habla a una lo que para él significa que “en el horizonte está la alegría”[8]. Cuando un hombre no reprocha ser Otra a la elegida, es posible un amor sin amuro. Allí lo hétèros como una flor abriéndose de súbito permite:

“En un grano de arena ver un Mundo

  y en cada flor silvestre el Paraíso,

  vivir la eternidad en una hora,

  sostener en la palma el infinito”. W. Blake[9].

 

[1] Lacan, J. El Seminario. Libro XX. Aún. Paidós, Barcelona, 1981. cit., p.98

[2] Lacan, J. Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina. En: Escritos 2. S.XXI Ed. 1987. pp.710-711.

[3] Freud, S. El Tabú de la virginidad. En: Obras Completas. T.III. Biblioteca Nueva, Madrid, 1973. p.2447

[4] Rulfo, J. Aire de las colinas. Cartas a Clara. Ed. Sudamericana, Bs., As. 2000.

[5] Op., cit.

[6] Op., cit. Carta No 7. Guadalajara 10/1944.

[7] Lacan, J. Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión. Anagrama, Barcelona, 1977.cit., p.128.

[8] Miller, J.-A. Los divinos detalles. Paidós, Bs., As. 2010. cit. p. 189.

[9] Blake traducido por J. L. Borges. En: Biblioteca ignoria. Blogspot.com.co/09/2017.

Feminidad: mil y Un maneras de gozar

Por: Gabriela Febres-Cordero

«¡Y sin embargo, no es mi muerte lo que me asombra, sino que mi cuerpo, después de la ruptura, siga deseándote!”
Tomado de Las mil y una noches: Historia de Amina, la segunda joven.

Los relatos que conforman Las Mil y Una Noches surgen a raíz de que Una mujer decide no tener el mismo fin de sus antecesoras; éstos comienzan con la historia de Scherezade. Ella se ofrece como esposa del rey, sabiendo que éste, al haber sido engañado por su esposa (y al enterarse que su hermano el sultán también fue traicionado por la suya) se ha propuesto desposar y asesinar a todas las mujeres vírgenes que encuentre. La tarea de encontrar a las futuras esposas del rey es encomendada al visir, padre de Scherezade. Ella se ofrece como esposa al sultán, aún ante la prohibición de su padre. Desde la primera noche, la noche en que debía morir, ella comienza a desplegar una serie de historias. Logra inventarse y desplegar aquello que la hace Una, irrumpiendo de algún modo en el esquema del rey de “todas las mujeres son infieles” y dando paso más bien a un postulado psicoanalítico: no hay una mujer igual a otra.

Todo neurótico habita el terreno del goce y el que va más allá del goce, pues da cuenta de que la falta está articulada a la subjetividad. Los matemas de la sexuación que Lacan presentó explican esta dinámica. El lado izquierdo, donde se encuentra el Todo, es un conjunto cerrado y que tiene como principal referente el Padre. El lado No-todo, no tiene referente y por eso es ilimitado. A la posición femenina Lacan la llama No-toda y en tanto lugar es posible que hombres y mujeres se sitúen en él. Se caracteriza por el vacío, lo ilimitado y la ausencia de referente. Cabe precisar que el vacío no es la falta sino que da cuenta de que no tiene límites y al hablar de que es ilimitado quiere decir que no existe en él referente alguno. No existe La mujer, tal como sí existe referente en el lado Todo: el Padre. El referente que se sitúa del lado Todo hace existir un límite, da al neurótico cierta tranquilidad respecto a lo que le acontece, por esto ubicamos aquí al Padre, como figura de referencia que el neurótico se inventa y a quien en ocasiones le confiere la razón de sus desgracias. No podemos decir La mujer, pero podemos decir Una mujer. En el análisis de lo que se trata es de que cada una llegue a estructurar su propia manera de mujer.


En tanto lo femenino es un lugar, también hay un modo femenino de gozar. Este es llamado por Lacan el Otro goce S(A/) el cual da cuenta del vacío, de la falta de significante; concierne por lo tanto a un lugar del que nada puede decirse. Hay entonces dos lugares desde los que una mujerpuede gozar: el goce fálico y el goce femenino, este último sobrepasa toda regulación, escapa a las palabras y por lo tanto puede tornarse peligroso.

Miller retoma a Lacan al establecer que “no hay límites en las concesiones que una mujer puede hacer por un hombre… cada una es capaz de ir hacia el no tener, y es capaz de realizarse como mujer en el no tener.”1 Cuando se ha cedido demasiado comienza a aparecer la cara mortífera del goce femenino, dada su falta de referente propia de esta posición. A pesar de que Lacan establece que tanto hombres como mujeres pueden ubicarse del lado del Otro goce, no es lo mismo para los dos. Aquello que no puede decirse se siente en el cuerpo, por lo tanto el goce femenino, más allá del falo, es un goce del cuerpo. Las mujeres, al encarnar el vacío en su propio cuerpo, están más relacionadas con ese Otro goce. Más que verbalizarlo, gozar de un vacío se siente. Y existen diferencias significativas entre determinar qué hay cuando existe un límite y saberlo cuando no existe límite alguno.

Se trata entonces del trabajo con un real que dice respecto al cuerpo, sobre el goce del cuerpo. Leda Guimaraes (2014) establece que el goce femenino remite al goce pulsional ya que no puede ser significado por la función fálica. No se encuentra delimitado en una zona erógena específica y tampoco puede ser alcanzado por la palabra. Lo ubica específicamente con “un fin pasivo de la satisfacción pulsional y, en esta medida, con una tendencia a lo femenino puesto que desde aquella posición hay un uso de la posición de objeto.”

La mujer femenina tiene, debe identificarse ella toda al falo como objeto causa de deseo, y el falo, que es razón de lo femenino, está en el padre. En cambio la histérica se identifica imaginariamente al padre, apunta a ser viril como él. El padre es un referente, un modelo, en cambio del lado de la feminidad se pone en juego la propia invención para hacerse falo. Esto implica inventarse ahí donde existe la nada, y se presenta un cierto desconocimiento en tanto sí misma pues implica existir en tanto Otra. Ser femenina es habitar el terreno No-todo fálico pero sin abandonar el referente fálico. Es dar lugar al vacío que habita en el cuerpo, aquella pregunta que no tiene respuesta inmediata pero que cuando ese no saber de lo femenino se transmite en el propio cuerpo puede llegar a encantar en su singularidad, dando pie a aquello que la hace Una mujer.

Bibliografía
Freud, Sigmund: «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica» (1925), en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1993.
Guimarães, Lêda, “Goces de la mujer. De la devastación a la vivificación”, Brasil, KBR, 2014.
Miller, Jacques Alain, «De mujeres y semblantes», Buenos Aires, El Pasador, 1993.
Miller, Jacques Alain, “De la naturaleza de los semblantes”, Buenos Aires, Paidós, 2002. Cap. XI y XII.
Miller, Jacques Alain, “Conferencias Porteñas. Tomo 2”, Buenos Aires, Paidós, 2011.
Miller, Jacques Alain, “Los divinos detalles”, Buenos Aires, Paidós, 2010
Miller, Jacques Alain, “Sutilezas analíticas”, Buenos Aires, Paidós, 2011
Lacan, Jacques, “La significación del falo” (1958) en Escritos II, Buenos Aires, Siglo XXI, 1998.
Lacan, J. en “Televisión” (1973). Texto obtenido en PDF.
Lacan, Jacques, El Seminario: Libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 1998.
Laurent, Eric, “Posiciones femeninas del ser”, Buenos Aires, Tres Haches, 1999.
Laurent, Eric, “El goce sin rostro”, Buenos Aires, Tres Haches, 2010.

¿Qué quiere una mujer? Lêda Guimarães

Con la presente contribución concluimos la preparación a la Primera Jornada de NEL Guayaquil “Qué quiere una mujer?  Los tratamientos de lo femenino.  El Psicoanálisis y otros discursos”, a realizarse el Viernes 27 y Sábado 28 de 2017.

Varios analistas de distintas Escuelas bien provistos del affectio societatis que sostiene la Escuela Una, generosamente han participado con sus textos en esta etapa de estudio para nuestra Jornada.

Leda Guimaraes es ex AE de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

Ha publicado algunos textos, entre ellos, disponible en nuestra Biblioteca, “Goces de la mujer”.  Y el más reciente “Una mujer y un hombre después del análisis”, lo encontrarán en la librería de la Jornada.

El texto que nos envía en esta ocasión recoge la pregunta de Freud ¿Qué quiere una mujer?

¡Lo impronunciable¡ dice Leda Guimaraes.  Exactamente en contraposición del goce fálico localizado.

Y sin embargo, una mujer puede localizarse en lo que no es nombrable, con el deseo de la pareja amorosa, experimentándose amada y desada.  Recorre de la devastación neurótica cuando esto fracasa, a la erotomanía, certeza de amor en la psicosis.

Su desarrollo señala también un punto clínico muy importante y de dificultad en la práctica, la ferocidad del superyo como perturbación de lo femenino.  Pero también propone una salida a la repetición inexorable, citando a Miller, “en un compromiso de deseo no mezquino, no económico de sí mismo”.

Tenemos aquí un desarrollo que nos introduce con pautas firmes en la Jornada.

Ana Ricaurte

¿QUÉ QUIERE UNA MUJER?

Por Lêda Guimarães

La pregunta “¿qué quiere una mujer?” fue mantenida por Freud como un enigma indescifrable hasta el final de su obra. Pregunta que se apoya en una creencia en la mujer, en una creencia en las palabras de la mujer, y más aún, en una creencia en los lapsus insondables de los entredichos incapturables de las palabras de una mujer…Por lo tanto es una pregunta que se direcciona hacia una satisfacción extraña, enigmática, no descifrable, no nombrable, ¡impronunciable…! Satisfacción que la norma macho, norma fálica, norma universal, norma de la normalidad, desconoce.

Formular esta satisfacción enigmática como goce femenino consiste en adoptar un término propuesto por Lacan, exactamente para  ubicar esta satisfacción como radicalmente distinta del goce de la normalidad macho. A partir de esta nominación, el goce femenino podrá ser formulado como ilimitado, continuo, expansivo e inclinado a la infinitización, exactamente en contraposición al goce fálico, que es limitado, restricto, localizado, evanescente.

Ya que la limitación del goce fálico adviene de un entrecruzamiento de la palabra con el real, es decir de un entrecruzamiento del registro simbólico con el registro real, así como formula Lacan, el goce femenino exactamente por no ser nombrable equivale a una experimentación de una satisfacción real incomparable. De tal modo, Lacan formuló en el Seminario de la Angustia, varias expresiones sobre las mujeres, exactamente para diferenciarlas de este límite del goce que los hombres están condenados: “a la mujer no le falta nada”, la mujer se revela como “superior en el campo del goce”, “el goce de la mujer es mayor que el del hombre”, “la mujer es mucho más real y mucho más verdadera que el hombre”…

Pero, para un hombre es casi insoportable preguntarse cómo goza una mujer, porque le resulta especialmente difícil que sus defensas estructurales no vengan a su socorro, produciendo las respuestas que más agradan a su propio goce de macho. De este modo Lacan vino a formular en 1967, en el Seminario 14: La lógica del fantasma, que “sostener la pregunta sobre el goce femenino” abre “la puerta para todos los actos perversos”.  Lacan lo confirma siete años después en  Televisión: “si el hombre quiere a la mujer, solo la alcanza cayendo en el campo de la perversión”. Formulación que generaliza la respuesta perversa del sujeto masculino que se debate con el Otro goce.

Por otro lado, las mujeres en su neurosis cuentan con otro instrumento para buscar localizarse en lo que no es nombrable. Tal instrumento es el deseo del Otro, más especialmente el deseo de la pareja amorosa que gana el privilegio de constituirse como el eje enigmático, para experimentarse, a partir de este deseo del Otro, como amada y deseada. Pero, sabemos que tal sueño de erotomanía solo es alcanzable en la psicosis, pues en la neurosis este sueño desemboca habitualmente en la devastación, que conviene ser denominada como goce superyoico, ya que se efectiviza en su carácter de imposición y mortificación. Esto resulta muchas veces en un sufrimiento insoportable que moviliza defensas que impiden el usufructo y la emergencia del goce femenino.

En tal fijación de goce de los humanos impera el gusto por la mortificación, sea en la degradación de objeto presente en los sueños masculinos de perversión,  o en la degradación femenina resultante de la demanda de amor. Esta fijación de goce presente en el mecanismo de compulsión a la repetición, se distancia radicalmente de la experimentación vivificante del goce femenino, como también de su aceptación y usufructo, ya que para tanto es fundamental que ocurra el quiebre de la ferocidad del superyó, para que desaparezca la angustia, el temor y lo insoportable frente a la oscuridad luminosa del goce femenino.

Para alcanzar tal transformación, hay un recurso inhabitual que fue muy bien formulado por Miller en el final del prólogo del libro de Bernardino Horne -Fragmentos de una vida psicoanalítica- [1] cuando Miller nos dice que “la repetición que acarrea toda una existencia en un movimiento inexorable no es un síntoma: se confunde con el propio ser. No se puede esperar esclarecerla y modificarla sino en función de un compromiso de deseo que no sea mezquino, ni económico de  sí mismo”

_________________________________________________

[1] Horne, B., Fragmentos de una vida psicoanalítica.  Zahar, Río de Janeiro, 1999

 MESA PREPARATORIA A LA PRIMERA JORNADA NEL: Un amor posible

MESA PREPARATORIA A LA PRIMERA JORNADA

“¿Qué quiere una mujer? LOS TRATAMIENTOS DE LO FEMENINO Y LA CLÍNICA”

 Un amor posible

Por: Lizbeth Solís

Todos los sujetos se encuentran enfrentados al agujero en el saber en torno a la sexualidad, frente al cual se requerirá de diversas construcciones que le permitirían autorizarse para el encuentro con el otro sexo y la contingente presencia del amor.

Lacan declara en Italia que “el amor sólo se escribe gracias a la abundancia, a la proliferación de desvíos, de enredos, de elucubraciones, delirios, locuras -; por qué no decirlo. ¿Es cierto?- que ocupan un lugar enorme en la vida de cada quien” (Lacan, Lacan en Italia, 1978). Explica que en el análisis cuando los sujetos se recuestan en el diván de lo que hablan es del amor y se los acompaña a nombrar aquello que se vive como acontecimiento.

En el texto Un amor Lacan (2011) Allouch comenta que no se va a tratar entonces tanto de la verdad como de la varidad del amor, en los inicios del psicoanálisis el amor aparece ligado a un objeto perdido cuya impronta determinaría una versión establecida del objeto de amor. Más adelante en encore Lacan rescata la expresión de “un nuevo amor” expresión tomada del poema “A una razón” de Rimbaud, aquí el amor aparece como algo que surge como inédito en un signo que hace resonancia “un golpe de tu dedo sobre el tambor”, encuentro de una temporalidad fugaz.

La varidad del amor se puede leer desde su lazo con los tres registros trabajados por Lacan, que son lo imaginario, simbólico y real. Sergé André señala la imagen, el sujeto y el ser como semblantes desde los cuales se puede leer la relación del sujeto con el amor, el deseo y el goce. En el corazón de los semblantes se encuentra la falla que en vano intentan cubrir; lo que es del orden del amor es el anudamiento que incluye la escritura de una letra que anuda lo real de la irrupción en cada uno de un goce singular, en la convergencia topológica de los cuerpos no se puede gozar más que de su propia consistencia “si hablamos del nudo del amor, hacemos alusión al abrazo, al estrecharse”.

En el estado nativo de la constitución del sujeto hay un primer acontecimiento que es el impacto de lalangue en el cuerpo, el cual produce para cada uno el registro de marcas cuya consistencia es lo que Lacan denomina sinthome. Lalangue está marcada por el no-todo pues “falta siempre a la verdad, ese no-todo se manifiesta como una serie de puntos de imposible” (Milner, 1980), en este nudo imposible se establece la singular relación entre la lengua y el amor.

En el amor como en lalangue se trata de la construccion de un saber hacer en torno a un real que aparece como lo imposible para cada uno ligado a la no relación sexual, no hay conjuncion posible que haga del dos uno. Si lo real es  lo que “no cesa de no escribirse” es decir la imposible relación de los sexos, lo contingente plantea lo que “cesa de no escribirse” y no se sabe cuándo, esta última modalidad permite entender la relación entre lo real y lo inconsciente como aquello que aparece como un acto que habla y que no puede ser calculado.

Los seres hablantes tejen-trenzan, cada uno y no siempre del mismo modo, su nudo en relación al amor. Un encuentro posible parte de la necesidad de la creencia en el amor y la inclusión de lo real del Otro, “el amor es lo que diferencia al partenaire de un puro síntoma” (Miller, 2003). Las relaciones de pareja no dejan de contemplar los impasses propios de los afectos y los decalage del lenguaje “el amor entre un hombre y una mujer hace ruido (…) es igualmente de dramático” (Lacan, Lacan en Italia, 1978) sin embargo hay un momento adecuado del amor. En el seminario XXI se lee la pregunta que Lacan hace a la audiencia “¿cómo ama un hombre a una mujer? A lo que alguien de la audiencia dice: “por azar”. Si c’est l’heur. “la hora”, la buena hora o la felicidad”.

Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. (Cortazar, Rayuela)

Al querer obtener el amor a toda costa, no se lo obtiene, “Y uno mismo puede incluso llegar a tornarse odioso” (Allouch, 2011) elementos como éste hablan de los modos de ser mal amado. En el seminario XXIII Lacan comenta que “es preciso intentar liberarse de la idea de eternidad. Es una idea confusa que se liga al tiempo pasado (…) se piensa un amor eterno, y ocurre que se habla de él a tontas y a locas, sin saber en absoluto lo que se dice, porque se entiende de este modo la otra vida” (González, C., 2015), tal como aparece en la carta a los Italianos se trata de hacer al amor más digno “que la copiosa charlatanería” con la que se habla de él en la actualidad.

Un nuevo amor es pensado por fuera de la repetición, eso lo hace “menos tonto” en la posibilidad de enlace con la escritura y  la posibilidad de invenciones a partir de las marcas de un goce inédito que como acontecimiento es un decir sin fallas, inequívoco; pensemos en un amor más real que no se sostiene en aspiraciones de eternidad. El amor se dirige entonces a lo que bien podemos llamar el inconsciente, lo lleva a resonar en los intervalos de la relación con el Otro y permite  soportar que “los amantes no gozan de la misma idea del amor” (González, C., 2015).

En la obra escrita “Del amor y otros demonios” de Gabriel García Márquez (1994) el lector es capturado por la delicada agresividad de los detalles del cuerpo agitado de una niña –Sierva María-, que en primera instancia no dice nada; apresado en ella el barullo del goce que la mantiene a distancia y al filo de la muerte. Los escenarios se vestirán posteriormente por la presencia de un hombre que se interroga por la aflicción del cuerpo, ahora  joven, de Sierva María.

El relato nos lleva hasta la concesión de palabras que son dichas ¿en nombre de qué? ¿Qué efectos tiene ello en el cuerpo?, si amar es dar lo que no se tiene Sierva María ha dado un límite apaciguado por la presencia del amor, y no cualquier amor. A decir de Allouch (2011) el amor –Lacan- es decir el amor enfrentado a su propio limite, se rehúsa el éxtasis y a la eternidad. Esta mirada teórica invita a pensar las posibilidades de anudamiento del amor y lalengua en su encuentro contingente a partir de que se admite en el campo de lo necesario.

Desde el psicoanálisis la propuesta es causer, “charlar” poner lo pulsional a hablar de eso que cause, que causa conmoción en la vida de los sujetos, y es que la conversación como lo indica Miller (2003) “es una suerte de asociación libre, si es exitosa”. En la intemporalidad de lo real del cuerpo, narrado desde diversos escenarios, constantemente con un aire de tragedia ante el inalienable encuentro con el amor y la sexualidad hay que plantearse la salida más digna en la formación de un porvenir.

La oferta de hablar implica un acto de hacer presencia ahí donde el sujeto se coloca a distancia ¿no es eso lo que Lacan llama amor? al acto de dar lo que no se tiene y con ello producir percusión, se busca entonces “poner algo de nuestra parte, como el hecho de sentarse a su mesa para recobrar con ellos el gusto por las palabras y el amor a la lengua” (Lacadée, 2014)

 

Bibliografía

Lacan, J. (1978). Lacan en Italia. Milán: La Salamandra.

Allouch, J. (2011). El amor Lacan. Buenos Aires: El cuenco de plata.

Milner, J. (1980). El amor por la lengua. México DF: Nueva Imagen.

Miller, J. (2003). Problemas de pareja, cinco modelos. In La pareja y el amor: Conversaciones clinicas con Jacques Alain Miller en Barcelona. Buenos Aires: Paidós.

González- Taboa, C. (2015). Un amor menos tonto: Una lectura del seminario XXI de Lacan. Buenos Aires: Grama Ediciones.

Lacadée, P. (11 de 2014). El gusto por las palabras y el amor por la Lengua. Retrieved 2017 from NEL Medellín: http://nel-medellin.org/blogel-gusto-por-las-palabras-el-amor-la-lengua/

Olmedo, M. (2012). Puntos vivos del Seminario «Aun 2ª parte»de Jacques Lacan. Retrieved 2017 from Instituto del campo Freudiano de Granada: http://www.icf-granada.net/2012-04-04-08-30-57/puntos-vivos/117-puntos-vivos-del-seminario-aun-2-parte-de-jacques-lacan

Del Pedro, M. (2014). Lalengua, cuerpo e interpretación. Retrieved 2017 from EOL sección La Plata: http://www.eol-laplata.org/blog/index.php/lalengua-cuerpo-e-interpretacion/

García, G. (1994). Del amor y otros demonios. Buenos Aires: Editorial Sudamerica.

Dessal, G. (2012). La Ética del Psicoanálisis . Retrieved 2017 from Instituto del Campo Freudiando en Granada: http://www.icf-granada.net/119-cursos/curso-2012-2013/162-la-funcion-del-bien-la-funcion-de-lo-bello

Lacan, J. (1975-1976). Seminario XXIII: El sinthome. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1972-1973). Seminario XX: Aún. Buenos Aires: Paidós.

 

 

El estrago en el testimonio de Silvia Salman

Por: Mónica Febres Cordero de Espinel

Mesa en la Universidad Católica hacia la Primera Jornada de la NEL

En el testimonio de Silvia Salman,  “Animo de amar” voy a tomar un punto en la clínica psicoanalítica de la mujer (1)

La anorexia marcó los primeros meses de vida de la analizante; el diagnóstico médico fue raquitismo y,  la consecuencia, el que la familia se traslade a vivir en una ciudad al mar.

Cuando nace  su hija mujer, Salman explora  su neurosis infantil; cita sueños de desamparo y pérdida en los que abandona a la niña. Al mismo tiempo, durante supervisiones, aparece la figura de locura en las madres. Salman llama a esta articulación: “la madre loca y la niña desamparada…”,  y habla del padecimiento subjetivo del lazo primario con el Otro materno. En el testimonio la demanda toma el significado de ser devorada por el Otro. Ubica ahí su decisión de no comer frente al Otro materno voraz. Los gritos desbordantes eran: “Comé, comé”.

En análisis, insistía la pregunta sobre el rechazo materno sin que el deseo del padre hubiera podido mediatizar versiones crueles sobre su nacimiento.  La conclusión a la que llega Salman es que su infancia transcurrió sometida al capricho materno.

Estrago.

Freud en el artículo Sobre la sexualidad femenina,  habla de la relación de antagonismo y rechazo de la niña hacia la madre, relación en la cual  hay reproches de todo tipo y cuya intensidad Freud explica por  el amor que la precedió y por la decepción consiguiente (2).

Lacan  en el Seminario 5 se refiere a la relación primordial con la madre y dice que es la relación con este Otro fundamental y la dependencia respecto a su deseo  lo que orienta el destino del sujeto. Hay algo que se inscribe en la infancia y que permanece, subyacente, consecuencia de la pregunta que se hace el niño sobre lo que él es en el deseo materno. Deseo que aloja una x, una incógnita, que nunca será saturada (3).

¿Qué es el estrago en esta perspectiva? La madre queda como Otro inalcanzable por el significante: algo en ella, en tanto mujer, escapa a la ley simbólica. Por eso  queda como Otro real, interpretada como Otro del goce.

El estrago se sitúa  en la relación entre la niña  y la madre  cuyo deseo  implica una zona no saturada por la ley del significante, por tanto, sin límites, ilimitada. El estrago atañe a los confines de lo simbólico en una etapa en la que se sitúa  eso que ha sucedido como primordial en la infancia. Hay  palabras que marcan el cuerpo y queda un  goce que obstaculiza la deriva metafórica y coloca al sujeto como objeto del Otro. Son palabras que confrontan a la hija con no ser aquello  que la madre hubiera querido y a su rechazo. MH  Brousse cita situaciones en donde se ubica el estrago, tales como “…el imperativo de silencio del dedo posado en la boca…o el golpe que castiga lo que queda fuera de la palabra” (3).

Las palabras dichas por el Otro materno inciden en el cuerpo y  en lo pulsional del sujeto y constituyen el acontecimiento de cuerpo. La palabra materna se articula con un goce y hace de la madre una potencia toda, cuyo deseo sin límites Lacan califica como el  pisoteo del elefante del capricho materno. Amenaza a la hija con su  desaparición porque en este límite, el deseo materno toma un valor mortífero como testimonia Salman.

Si no todo en el deseo de la madre es saturado por el significante, y hay algo que permanece en lo ilimitado de la sexualidad femenina, es ahí, en ese ámbito, en donde aparece el estrago. Brousse lo llama punto de goce enigmático percibido y no limitado por el falo y al que se refiere la hija  como un punto de locura en la madre (4).

  • Salman, S. “Ánimo de amar”, testimonio en la EOL
  • Freud, S. “Sobre la sexualidad femenina” (1931), AE XXI
  • Brousse, M.H., “Estrago en relación a la madre. Una dificultad en el análisis de mujeres” (documento).
  • Íbid

Notarizar lo femenino

Por: Antonio Aguirre Fuentes

CONTRADICCIÓN

Empecemos por un ejercicio dialéctico. Digamos que no hay tratamiento de lo femenino. Incluso que no hay variantes de un tratamiento «tipo».
Un juego de palabras: no hay tratamientos, pero sí hay tratados. Muchos, algunos muy valiosos. Se acumulan en el saber universitario. Allí están las 1046 páginas de  «Sexual personae» de Camille Paglia.  Contribuyen, en el mercado, para que el psicoanálisis no se extinga. Era lo que Lacan esperaba de los analistas, que aportaran al saber (Nota Italiana ). Es decir que no es suficiente con la práctica de los practicantes. La Escuela propicia que los analistas hablen y escriban acerca de lo que hacen.
No hay tratamiento de lo femenino. El artículo «lo» indica lo neutro, lo que no cae bajo la identificación masculina o femenina. En la aludida encrucijada de Hércules, cuando se ha tomado por una de esas vías identificatorias, la cuestión sigue siendo: ¿dónde se estaba antes de la elección?. Lacan vincula lo neutro con un real, fuera de las identificaciones imaginarias, o de los ideales.
Hay tratamiento de las formaciones del inconsciente. Se las interpreta, se las descifra, se las conjuga en sus variaciones. Es el campo histórico de los comienzos de Freud: las histerias, y luego las fobias y las neurosis obsesivas. Específicamente es el tratamiento del inconsciente en tanto reprimido. En el núcleo se encuentra lo que llamamos el complejo edípico, que Lacan reelaboró con la teoría de la metáfora paterna. El nombre del padre da una significación fálica al deseo de la madre. El hombre, el macho de la especie, encontrará esa significación en muchos sitios, pero no recuperará  el objeto perdido de su deseo incestuoso. Las mujeres pueden seguir el camino a la maternidad  para hacer valer esa significación en la ecuación del órgano con el niño. Lacan hace una precisión: renunciando a tener el falo asumirán los encantos narcisistas de serlo. Por estos caminos algo se atraviesa, Freud elucubró una pulsión de muerte que se repite mortificadoramente. Lacan añade que el masoquismo es lo más real del goce.
La tabla de la sexuación en el seminario 20 ubica en el lado de las mujeres un «no existe una que no» , es decir,  no existe una que no tenga al falo como referencia. Luego una segunda fórmula afirma un «no todo», es decir, no toda ella está en el goce fálico. La topología aportada en el seminario RSI y en la intervención La Tercera muestra que el goce femenino es el goce Otro, fuera de lo inconsciente, fuera de lo simbólico, por lo tanto no hay interpretación que consuene con ese goce. Lo femenino está fuera de los límites de la interpretación, constituyendo un agujero, un inconsciente irreductible. El psicoanálisis, dice Lacan, es la producción de ese agujero, no su tratamiento (1)
TRATAMIENTO POSIBLE…
Si las mujeres, se dice, están locas, eso no quiere decir que lo estén del todo. Los tratamientos de esa locura, de ese «fuera de límites» están en la práctica del análisis, en la transferencia que, pragmáticamente, vuelve esa locura  una neurosis de transferencia. La movilización en la experiencia del sujeto de sus significaciones fálicas produce una amortiguación del goce Otro, constituido por manifestaciones dispersas, plurales, estalladas, del goce del cuerpo. Freud lo clasificó como autoerotismo.
La cultura ambiente, la venida a menos cultura «falocéntrica» y patriarcal, da siempre un sentido inequívoco a lo femenino. Si este pretende encarnar el mal , la oscuridad, el veneno de la serpiente, pura pulsión de muerte, el sentido «falocéntrico» lo transforma en la vía oral del embarazo.
En «la parte mujer  de los seres que hablan», dice Lacan, hay otro vector, no fálico, que conecta el La tachado con el significante del Otro tachado, porque allí «Dios no ha efectuado aún su mutis» al goce femenino. Este goce convoca en su entorno la pluralidad de lo inédito: la carta de amor, la letra grabada en el cuerpo, el corte de la carne viva, el poema místico. Junto a él también yace el cuerpo de la suicida, en su otredad absoluta, en su extrañeza irreparable.
NOTARIZAR LO FEMENINO… CUANDO SE PRESENTA
Con el psicótico , dice Lacan en el seminario 3, toca  hacer de secretarios. Secretarios del alienado. Añade una condición: «tomaremos su relato al pie de la letra». Es así que se recogerá el testimonio del sujeto en tanto muestra «una relación muy específica…respecto al conjunto del sistema del lenguaje en sus diferentes órdenes». «El sujeto da fe… de cierto viraje en la relación con el lenguaje, que se puede llamar erotización o pasivización». Lacan remarca que hay en todo ser humano una distancia que separa la vivencia de la condición semi-externa del lenguaje.
Viraje respecto al lenguaje, erotización, pasivización . Esto lo hallamos precisamente en el surgimiento, en la experiencia analítica, de lo femenino. No se lo busca, se lo encuentra. Se puede percibir su proximidad en el obstáculo que enmudece la enunciación, cuando no es simplemente efecto de censura. Para el analista es la señal de un goce ajeno, un goce Otro, que no se conduce por los «desfiladeros» del significante. Por ello no hay una respuesta en palabras, una interpretación, un witz, un juego verbal, un equívoco. Acaso la enunciación de un enigma, que sin embargo no conduce a un enunciado sino a otro enigma, como lo advertía Lacan .
Queda tomar nota del hallazgo, notarizarlo. Un misterio para el analista, pero también para la egipcia que lo experimenta. El corte de la sesión pondría ese momento a la altura que su dignidad amerita. Sin dejar de sopesar el monto de angustia y el extravío como riesgos.